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Para contarnos una trayectoria, hay que tender un hilo hacia atrás y hacia el comienzo, donde se hace indivisible el polvo de ladrillo con la historia de nuestra ciudad.

 

 

Debemos adelgazar los límites hasta la antigua Estancia, caminar con los pies de Juan Nieto, la tierra del 1588 hasta su muerte. Pensar como su viuda. Dejar que el tiempo cicatrice la ausencia y agradecer sus nupcias con don Alonso Nieto Herrera quien a su vejez, después de la soledad de una doble viudez, opta por una vida contemplativa y entrega sus bienes a la Compañía de Jesús.

El Obraje comienza a adquirir los rasgos de su personalidad en el esplendor de los telares. Tiempo de evangelización. Trabajo y plegaria. Lugar para los oficios.

En 1767 sobreviene el silencio y el vacío con la expulsión de los jesuitas según la disposición del Rey Carlos III y aparejado el deterioro y la incertidumbre. Paredes de nadie para un inventario de la Junta de temporalidades. La Estancia a remate. Una hipoteca impaga. Una refinanciación. Una venta. Aparece el nombre de Santiago de Liniers en la escena de 1810 como nuevo propietario.

A su muerte, los herederos no pueden mantenerla y en 1820 es subastada. El mejor postor es un visionario. Se trata de Manuel Solares, quien vino a repartir la tierra vislumbrando el futuro.

Manuel Solares deja por escrito en su testamento, su proyecto.

El Obraje como sede de una escuela parroquial. Su destino estaba definido.

Fue el padre Ramón Liendo quien asumió la tarea de cumplir cada palabra y gestionar la creación de la Escuela primaria Parroquial que funcionó entre 1929 y 1951 para varones, destinada a la “difusión de la instrucción y educación de la niñez y enseñanza religiosa” En esta etapa se hacen infinitos los nombres de tantos actores involucrados que han dejado su impronta y que hoy apenas son, la denominación de una calle sin importancia.

Así, llegamos a 1959. A una reunión clave. El Padre Viera de sotana sembrando una inquietud faraónica. Cierto paralelismo nos regresa al presente. Porque nada se consigue sin aunar esfuerzos. Todos sueñan con un colegio secundario “un establecimiento modelo, aun en medio de la sencillez” según dicen las palabras del acta de Fundación.

Después vendrían otras reuniones, intercambios de opiniones, la conformación de una comisión de padres, la posibilidad de darle un perfil industrial a la primera idea.

Fue así que el 21 de diciembre de ese año, se establece el nombre del Instituto Adscrito “El Obraje” - sección Alta Gracia, reafirmando una identidad atávica de formación del espíritu a la par de la capacitación y de la educación.

Desde 1960. Las luces de las aulas se encendieron definitivamente, mientras los talleres se organizaban. No fue fácil acomodar los sueños en la desproporción de las posibilidades frete a las dificultades fin aceras y de infraestructura. Pero aquellos corazones inventaron andamios con cada obstáculo, para segur hacia arriba y hacia adelante.

Fue necesaria la solidaridad de los vecinos, la buena voluntada de los innumerables que prestaron sus propios espacios para reemplazar las carencias edilicias de aquellos tiempos.

La formación de la sociedad cooperadora fue una bisagra para avanzar, a través de eventos y gestiones se consiguieron aportes para construir y mejorar las condiciones del taller, se pudo comprar equipamiento, herramientas, bancos, sillas. Darle alas al sueño, ponerlo a crecer.

Son tantas las personas concretas, tan imprescindibles sus apellidos en esta quijotada, que es imposible referirnos a cada uno porque son infinots en las paredes y en el recuerdo que han dejado.

Pero sí, hay una huella que no podemos pasar por alto: el Rector Carlos Avanzi supo imprimir valores de respeto y compañerismo entre los jóvenes y un profundo amor por la Institución.

En la década del 70, docentes y alumnos construyen un pasillo para comunicar la zona histórica con la parte no jesuítica. En esa época se presentó el desafío de techar el laboratorio, oportunidad para que los alumnos realizaran sus prácticas de cálculo y el armado de la losa. En 1980, otra vez, gracias al esfuerzo de profesores y estudiantes, se erigen cuatro aulas destinadas al ciclo superior. Y una más en el año del cincuentenario.

En 1986, los jóvenes del Obraje entregaron un edificio al Centro Vecinal de Barrio Cámara, como un modo de devolver sus conocimientos a la comunidad.

Promociones de maestros mayores de obra, técnicos químicos, técnicos en informática profesional y personal no son sólo un título conseguido ni un legajo pasajero, son personas de bien que representan a la Institución en ciencia y conciencia.

A la utopía de crear una oferta integral de enseñanza, se logra la aprobación para poner en marcha el proyecto pendiente y a partir del 1 de marzo de 2011 comienza a funcionar el nivel inicial y primario.

Hoy con nostalgia anticipada, dejan los techos abovedados, se mudan los cuadros, mástiles y libros, con la identidad intacta y crecida. Inauguran la obra que comenzó en agosto de 2014. Una obra de Titanes, por segunda vez, como dijo el diario La Voz Serrana del 1963 en aquella oportunidad, mencionando el esfuerzo y el resultado de toda una comunidad.

Hoy celebran el fruto de la insistencia en rifas, eventos, asados.

Esto es historia para los que continúan, promesas hechas cimiento. Este es su lugar, un logro plural, un sueño conseguido.

Hubo semillas sembradas en el pasado, gente que hubiera querido conocer el árbol, compartir este momento. El homenaje es para ellos, por la perseverancia que les legaron.

Hoy se abre otra puerta en el tiempo. Suena el timbre.

Bienvenidos al nuevo presente del Obraje.

Siempre echando raíces para que florezca el porvenir.